martes, 25 de agosto de 2009

Walter Kohan Entrevista

Entrevista a Walter Kohan*, Doctor en Filosofía: “La edad de los porqués”

*Walter Kohan es argentino, pero vive en Brasil y estará en San Juan en una jornada previa al Congreso Internacional de Filosofía. Presentará su nuevo libro, “Infancia, política y pensamiento”, en el aula magna de la Facultad de Filosofía.

-¿Para qué le sirve al niño hacer filosofía?

-Para ampliar el horizonte de su pensamiento. Y para ampliar sus posibilidades. Digamos, las cosas siempre pueden ser de más maneras de las que se las presenta. Uno se da cuenta de eso cuando empieza a problematizarlas o a preguntarlas. Entonces, la filosofía sirve para ampliar las posibilidades de relación que tenemos con el mundo, con los otros, con nosotros mismos.

-¿En la infancia se está más permeable para ésto que en la adultez?

-No sólo más permeable, sino que además en la infancia uno tiene una relación más tranquila con las preguntas. Uno pregunta más libremente, sin tanto preconcepto, sin temor a lo que pueda desencadenar una pregunta. En la infancia, curiosamente, la filosofía da menos trabajo, es algo que es recibido de manera natural.

-Actualmente hay instituciones educativas que ofrecen en su currícula dos argumentos novedosos para captar alumnos: uno es la educación en valores y otro, justamente, la filosofía para niños.

-En el mercado privado las escuelas buscan diferenciadores, es uno de los riesgos que tiene esto. Como inglés, informática y todo eso está ya un poco saturado, entonces se recurre a la filosofía. Es un problema porque, precisamente, el ámbito de la filosofía es el espacio público. Así, cuando una institución se apropia de eso y lo usa como herramienta de marketing, es bastante probable que lo que salga de ahí sea poco interesante.

-Usted habla de filosofía “con” niños y no “para” niños.

-Puede parecer un detalle, pero filosofía “para” niños supone una relación exterior de la filosofía respecto de la infancia. En cambio, filosofía “con” niños implica que se trabaja junto a ellos y para ellos. Con ellos. Yo conocí un programa de filosofía para niños que creó un filósofo en EE.UU. (N de la R: se trata de Matthew Lipman; Kohan se doctoró con él) que trabaja con los chiquitos desde el jardín de infantes hasta la secundaria. Es una posibilidad interesante, buena, pero después descubrí en las escuelas que el desafío mayor era trabajar con los docentes, que son en realidad quienes más cambios pueden propulsar.

-¿Cómo se forma a un docente en esta disciplina?

-Es una cuestión compleja. Lo que tratamos de hacer es que los docentes, a partir del contacto con la filosofía, se atrevan a problematizar un poco más su propia práctica, en la relación que tienen con lo que hacen, con la propia infancia.

-¿Con problematizar se refiere a cuestionar?

-A cuestionar, a ver un problema donde no había nada. Es dejar de hacer de la manera habitual en educación, es “desaprender” aquello de “formar” a la infancia, eso de decirles a los chicos cómo tienen que pensar, qué tienen que saber. Se trata de sacar esa idea de formación y tratar de abrirla al pensamiento filosófico.

-¿A qué llegaría idealmente un chico, un docente, el ámbito educativo, aplicando filosofía para niños?

-Aunque no parezca muy seductor, en realidad no habría un punto de llegada. Nosotros, a diferencia de esos programas de formación en valores, o formación para la ciudadanía o para la democracia, etcétera, lo que proponemos son más bien puntos de partida. Quien decide qué va a hacer con su pensamiento es el otro, el niño, el docente, y eso no es conveniente anticiparlo. Lo que hacemos es generar un espacio que nos permita pensar y poner en cuestión lo que normalmente no se puede poner en cuestión. Ahora, qué es lo que cada uno va a hacer con eso o qué tipo de mundo cada uno va a decidir que quiere para sí mismo, es una cuestión que no nos compete.

-En sociedades conservadoras hay cierta resistencia a aplicar filosofía para niños. Será porque quizá los chicos comienzan a hacerse preguntas incómodas...

-Es cierto. También este riesgo se da con algunas instituciones, que se valen de la filosofía como herramienta para inculcar determinados valores de una manera más ideológica, moralizante. En otros lugares no: hay instituciones privadas (educativas o no) que hacen aportes genuinos a la filosofía, gente que se compromete, que le interesa, que ve que es una posibilidad para que los chicos se robustezcan. Porque también la filosofía, además de trabajar la pregunta, trabaja la formación de conceptos.

-Además de la escuela, hoy el chico tiene contacto cotidiano con numerosos detonantes que pueden servirle para cuestionar el mundo, como los medios, Internet, los videojuegos.

-Sí. En realidad, el marco institucional de la escuela tal vez no sea el más propicio, porque la escuela tiene una función social que cumplir. Las actividades con marcos institucionales no tan rígidos o más abiertos quizá funcionen mejor. Es decir, el chico en la escuela todo el tiempo está pensando qué es lo que la maestra quiere que diga, qué es lo que sus papás pretenden que aprenda, hay un condicionamiento muy grande. En cambio, si el trabajo del pensamiento se hace fuera de un contexto tan fuerte, es posible que el pensamiento se sienta menos inhibido.

-Digamos que el pensamiento, y por ende la filosofía, tiene que ver con lo lúdico, con el juego.

-El pensamiento es una cosa lúdica. Uno, de adulto, está acostumbrado a la pereza mental, “uh, esto de pensar, que da tanto trabajo...”. Pero los chicos en general se relacionan mucho más lúdicamente con el pensamiento. Es un juego realmente. Eso no significa que no sea serio: lo serio no se opone a lo lúdico, sino a lo superficial; a los chicos se puede llegar seriamente y con gracia a la vez, divirtiéndose mucho.

-Usted fue discípulo de quien, hace 30 años, creó la corriente de filosofía para niños, nada menos que Lipman. Pero después de hacer algún camino, se alejó de su línea.

-Sí. Respeto mucho a Lipman, lo que pasa es que propone una metodología muy fuerte, muy rígida. Tal vez funcione en otras regiones, pero en el contexto de América Latina no me parece muy interesante. Es un programa que consta de novelas para los chicos y manuales para los docentes. Los chicos tienen textos que duran todo el año, con personajes de su misma edad que dialogan generalmente en una escuela sobre los temas que les interesan. En los manuales hay un listado de las ideas principales que contiene cada novela, y ejercicios para que los docentes discutan con los chicos. El problema es que, como todo programa que se le da ya hecho al docente, coloca al educador en una situación de exterioridad; hay alguien que hace la filosofía y al educador lo único que le queda es aplicarla. Yo prefiero trabajar con el docente de manera que él se sitúe dentro de la filosofía, que él decida cómo trabajar, que él piense.

-¿Cuáles son las problematizaciones recurrentes en los chicos?

-El tiempo, la muerte, la amistad… Depende de la edad: en los chiquitos hay cosas más cosmológicas, del ser de las cosas, del mundo, la naturaleza. Después pasan a cuestiones más sociales. En general hay elementos que se repiten, que uno reconoce en distintos lugares, como quién soy yo, qué hago acá, qué es mi mundo, esas preguntas grandes, pero siempre de una manera particular de acuerdo a cada contexto. Un chico con Internet, por ejemplo, tiene acceso a una cantidad de información que otros no.

-Entonces, filosofía con niños no es aprender lo que dijeron los filósofos.

-Claro, no es saber filosofía, ni lo que dijeron los filósofos, ni la historia de los filósofos, sino tratar de hacer lo que los filósofos hacen. A veces, en nombre de la filosofía lo que se hace es enseñar los sistemas filosóficos de otros sin siquiera ver en qué medida nos servirían para pensar nuestros propios problemas.

-La filosofía parece una herramienta fundamental para la toma de decisiones.
-Sí, es el trabajo sobre el pensamiento. Y si uno no piensa, lo que uno decide es lo que piensan otros.

-Aunque la respuesta parece estar a la vista ¿qué lugar ocupa la filosofía en las escuelas argentinas?(1)

-Marginal. En general en el mundo su presencia es muy marginal. Sabemos que la escuela es una institución con fines muy específicos y con muchos condicionamientos. Y tampoco está claro que exista en ella la libertad que exige la filosofía para pensar. Además, en el ámbito de la escuela media hay una manera tradicional de relacionar la historia de la filosofía con la filosofía.

-Y los filósofos ¿cómo se llevan con la educación?(2)

-En general, la educación es un problema menor para los filósofos. Le doy un ejemplo: a los alumnos de la carrera los titulares de cátedra les suelen decir que los buenos estudiantes se vuelven investigadores y los malos profesores, porque no son capaces de investigar.

Notas recuperatorio 1 PEP

Cuberes: 7
Salvarezza: 6
Mora: 5
Gomez:2

lunes, 17 de agosto de 2009

Notas de Filosofia 1 PEP

Farias: 4
Berlingieri: 9,50
Gonzalez, karina: 7,50
Saenz; 5, 50
Alderete:5
Gonzalez, claudia:6
Bogado:6
Rios:4,50
Trejo:9
Gatica:9,50
Coronel: 9
Elencow: 9,50
Fileni:10
Gonzalez valeria: 7,50
Elias: 4,50
Castro:6
zalazar: 8
Alvez:4
Mondaque:4,50
Gomez; 3
Salvarezza: 2,50
Mateos: 8


domingo, 9 de agosto de 2009

Los niños que nunca crecerán

Poema dedicado a la cuota de dolor y de muerte, al cerco hostil al que el imperialismo mantiene sometidos a nuestros niños, bien fuera en Hiroshima, Palestina en Iraq o en “cualquier rincón oscuro del Planeta”

A los niños palestinos e
iraquíes asesinados.
A los que, en Hiroshima y Nagasaki,
fueron convertidos en polvo nuclear.
A todos los niños que en el mundo,
son víctimas de la injusticia.
Porque tu padre nombra tu recuerdo:



“A mi pequeña,
dulce y alegre Kimuyo..”
Sé que definitivamente sonreirás.
¿Qué otra cosa, princesa,
podías estar haciendo,
unos segundos antes de ser desvanecida,
convertida en polvo nuclear
y esparcida sobre la tierra, ya sin flores,
donde naciste?
Durante muchos años, tu visión, casi irreal,
se quedó sin cabida entre mis cosas.
¿Qué hombre, hijo de mujer,
podría dejar caer la muerte sobre tus rosas
o barrer de la faz de la tierra tus juguetes?
Luego crecí, Kimuyo,
traje al mundo mis hijos
y me sentí responsable de su suerte,
ensombrecida siempre por la maldad,
de los que no debieron nacer.
Pero nunca has dejado de vivir,
como tampoco has dejado de morir.
Solo que ahora claman por ti otras voces,
en otras lenguas
y rincones distantes de la tierra.
¿Eres acaso Kadisha, Fátima,
Yousef?
¿Te llamas Nacira o Mari?
Ocurre, Kimuyo, que no se desvanecieron como tú aquel seis de Agosto, en Hiroshima.
Es que siguen muriendo cada día,
en la lejana Palestina.
Y sucede, princesa,
que no se desintegran de repente,
sino muy lentamente.
Hoy no es el “Enola Gay”
el que viola su cielo.
Hoy no es “The little boy”, el enviado.
Sus nombres, más acordes con los requerimientos,
quieren borrar aquel inmundo sacrilegio verbal,pero no te confundas, mi pequeña,
se trata del mismo uranio, ahora “empobrecido”
e igualmente letal,
y ya los has aprendido: la muerte viaja en él,
la destrucción, la ruina
desgajando tus alas
hasta impedirte cargar una muñeca.
Y cuando no resuena
en tus oídos tiernos el motor lacerante,
la muerte llega aun,
cuando mantienen lejos de tus labios
la miel, el pan,la sal.
No habitas ya en la isla de Hoshu.
Eres ahora una pequeña niña de Bagdad,
que aprendió demasiado temprano a vigilar el cielo.
Porque esos,
los que no debieron nacer,
pretenden convertirlo en el largo camino de la muerte.
Por eso siembro rosas, Kimuyo,
porque crecí y viví en un país de rosas
y de sueños,
donde otros niños, que son como tú fuiste,
pequeña, dulce,
alegre,
pagan también su cuota de dolor y de muerte,
de cerco hostil.
Solo que ello, en vez de doblegarnos,
nos enseñó a crecer más fuertes,
abrazados al pensamiento de aquel,
que no pudiste conocer,
ni tampoco Kadisha, Fátima o Yousef,
Marie o Nacira.
Le llamábamos tan solo Che.
Había nacido en un país que te es ajeno,
pero nunca dejó de ser cubano.
¿Sabes, pequeña?
Argentina, su patria, es un pedazo del mundo
sumido en la tristeza.
Allí no sobrevolaron los aviones,
pero los niños desaparecieron de otra forma.
Aquí, en mi Continente,
el uranio tiene un nombre distinto,
puedes reconocerlo en la miseria
que no sabe de escuelas, de flores,
de hospitales.
Y los niños que mueren,
también permanecen, como tú,
sembrados en el dolor de mi memoria.